lunes, 30 de septiembre de 2013

200. Cuidado, dicen que está tan rota que corta

Tu no eras de los que hacía promesas, pero sabía que cualquier día acabarías prometiéndome algo, algo que no ibas a cumplir, algo que a fin de cuentas tan solo me rompería más cuando no estuvieras, algo a lo que aferrarme con esperanza cuando todo fuera mal y algo con lo que seguir recordándote cuando ya no tuvieras intención de volver. Sé que por mi cambiaste demasiadas cosas, y nunca te importó. Y sé que tampoco te dejé besarme en el portal de mi casa a pesar de haberme acompañado hasta allí. Y elegí eso. Elegí llorar por ti de vez en cuando, elegí creerme tus verdades y creerme a medias tus mentiras. Elegí que fueras mi locura y mi cordura, elegí las perdidas, la impotencia y la incertidumbre. El miedo a que te fueras y los impulsos, elegí hacerme adicta a ti, a tus manías y a tu manera de hacer las cosas. Elegí no callarme nada, elegí dártelo todo, sabiendo que cuando te fueras, me quedaría sin nada. Todos tenemos malas rachas y la nuestra ya estaba durando demasiado tiempo, ¿irónico verdad? Fui yo quien te dijo que no te acostumbraras a mí y sin embargo fui yo quien lo hice. Era de esperar, no éramos nada y en unos días lo éramos todo. Y supongo que este es el final que no quisimos pero que llegó. Y ahora tengo que taparme la herida para que el pasado no se vea, se me han quedado las cicatrices de un pasado que nunca volverá, cicatrices de batallas, batallas contra mí misma. Pero me duelen más las sonrisas forzadas que la herida, la sonrisa forzada cuando otros me dan los 'buenos días', la sonrisa forzada cuando recibo un mensaje de cualquiera que no eres tú, y la sonrisa forzada cuando suena esa canción en la radio y giro la cabeza para que nadie pueda ver como destruye lo poco que queda de mí. No sé qué nos ha pasado, y aunque lo supiera, ni yo te lo diría ni tú me entenderías. ¿Sabes lo peor de todo? Intentar conservar los recuerdos intactos viendo que sus protagonistas cambian. No queda valor para pedirnos perdón por todo el daño hecho así que no quedaba otra opción distinta a que uno de los dos se fuera. Y siempre supe que yo me quedaría. Las personas no cambian, por mucho que me empeñe en reconstruir todo lo que derrumbamos, quién está roto, está roto.

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