domingo, 30 de junio de 2013

173. Los sueños, sueños son

Y te vas. Y las farolas lloran gotas de la última lluvia porque el sol también te echa de menos. Digo también porque me incluyo en tan melancólico propósito.
Aquí, y ahora. Las últimas campanadas que despiden a las doce retumban en este vacío.
Se acabó el baile Cenicienta.
El frío viento de la ausencia de tu aliento me despeina el pelo y hace ascender tu olor al más oscuro rincón de mi mente.
Casi puedo tocarte.

Y cierro los ojos. Y oigo llover. La lluvia lleva tu nombre. La lluvia me moja. Me empapa los labios de ti, y me pierdo prisionera en esta cárcel del tiempo que es recordarte cuando creo que nadie me mira. Digo creo porque sé que aún me observas. Me miras de soslayo  cuando crees que nadie más te mira y vuelves a desviar la mirada cuando la busco. Y me siento estúpida.
Pero en mi estupidez, en mis pensamientos, en mi pequeñez crónica apareces por detrás y por sorpresa, me abrazas sonríes y casi puedo rozar el cielo cuando me susurras palabras al oído. Palabras que suenan demasiado bien: "Te...
Y para de llover. Y abro los ojos. Nunca ha estado lloviendo. Recojo la última lágrima que recorre mi mejilla izquierda. La observo por un segundo y más tarde la olvido.

Abro la puerta.

Es hora de salir de aquí.

sábado, 29 de junio de 2013

172. Exception is my name

Puedo ser fiel o infiel, (según me comprometa). Puedo disimular, mentir, ocular, decir a medias, ideas y emociones o ser tan clara y directa como los niños. Puedo planear un romance para toda la vida, para 7 meses, o quizás sólo y simplemente una aventura. Tú pídeme lo que quieras. Pero no me pidas querer a medias. Yo no soy yo sin ser mis defectos, y mis afectos también. No soy como los demás, y tú tampoco.



Mientras tanto, nos miramos a los ojos. Y dejamos al mundo con su cerveza sin alcohol, su café sin cafeína, sus películas sin emociones y sus noches sin amor. Mientras tanto, seguimos siendo la excepción.

lunes, 24 de junio de 2013

171. Atada a los recuerdos

Empecemos desde el principio. Desde el primer día que lo vi. Fue como una brisa de aire fresco, algo que necesitaba. No esperaba que fuera a nada más que un amigo más, incluso aquel primer día solo necesitaba eso un amigo con el que pasar toda la noche hablando. Incluso dormirme, en aquella acampada de local después de una tarde que me hizo olvidarme de todo, con el móvil en el pecho esperando una respuesta suya. Valió la pena que por la mañana me quitaran el móvil, aunque me dio tiempo de quedar con él a fumar algunos cigarrillos que nos habían quedado pendientes. Si, debo admitir que lo pase en grande. Pero desde ese instante todo cambio, ahí, en ese hueco de la ventana. Mientras nos fumábamos los cigarrillos y hablábamos de cosas sin importancia. Vi a un niño inocente pero orgulloso, tenía un caparazón, un escudo de metal que ocultaba todos y cada uno de sus defectos o sentimientos mejor dicho. Pero igualmente me supo enamorar. Y no fueron sus virtudes, sino todo lo contrario. Sus defectos. Sus debilidades. Y una de ellas acabe siendo yo. O eso espero. Porque dejo claro, y admito que el siempre será mi debilidad.
Creí que ya había encontrado al chico que me gustaba, que me había enamorado y me habían hecho daño. Todo antes de conocerle a él. Fue un amor de verano complicado pero el verano se quedó en nada cuando la relación duro y mi amor por el creció, como nunca lo había hecho por nadie.
Cometí el fallo de dejarlo ir, por decisiones del pasado. Bueno pasado, unos meses antes de conocerle. Pero el caso, no podía más. El, no yo. No quiero decir que él sea el malo de esta historia tan preciosa. De ningún modo. Yo soy la mayor culpable. Porque soy una bocazas, por prometerle cielo y tierra cuando ni siquiera tengo el aire. Por no querer hacer daño. Por no querer perderle…


Lo siento no puedo seguir escribiendo esto por hoy, me ha dolido mucho recordar todo lo que pasaba hace un año en esta época. Todo empezaba, nuestro error…


Disculpen.

jueves, 20 de junio de 2013

170. Sabe más el diablo por viejo que por diablo.

No concordaban mucho. De hecho, casi nunca concordaban. Siempre se peleaban. Y se retaban uno al otro cada día. Él era la parte derecha de la cama y ella la ventana. Él es de fiesta sábado noche y ella de amaneceres de domingos. Pero a pesar de sus diferencias, tenían algo importante en común. Estaban locos el uno por el otro. Porque ella será por la que él dejará de llamar a tres por semana. Ella será aquella por la que él aprenderá a bailar. Ella es esa a la que llamas un domingo cuando quieres pasártelo bien, a la que te llevas detrás de una roca en la playa a escondidas, para que ni tu novia, ni sus amigas os vean. Ella es con la que comparas a todas las demás. Y acéptalo, porque la quieres, pero sabes que nunca la vas a tener del todo. Porque para ella su todo no eres tú, y es otro. Con ella haces pactos que nunca cumples. Y te jode verdad? Saber que hagas lo que hagas ella siempre tendrá alguien a quien llamar un domingo, alguien con quien comparar a todos los demás, a quien llevar tras una roca, y ese, no eres tú. Porque ella tendrá a muchos como tú, pero tú no tendrás a nadie como ella, y lo sabes. Por eso crees que aprendiendo a bailar, o llevándola a las playas más remotas del mundo, ella creerá lo mismo. Pero la cosa no va así, ella es el gran amor de tu vida, pero tú no eres el suyo. Y quizás ahora no quieras verlo, pero cuando se acaben los billetes a lugares remotos, los sábados noche sentado con ella en el salón, igual puedas entender que ese no eres tú. Es solo lo que quieres ser. Así que date prisa, porque tú ya has encontrado con quien quieres pasar tú para siempre, pero déjala ir, porque ella todavía no lo ha hecho. Y te jode. Pero te joda lo que te joda, su corazón pertenece a otro.


Hace tiempo que su corazón dejó de latir, hace tiempo que no le da a nadie el poder ni la fuerza para romperlo, o lo que es peor, para quererlo.

miércoles, 19 de junio de 2013

169. "Como agua para el chocolate" - Laura Esquivel

"Mi abuela tenía una teoría muy interesante; decía que todos nacemos con una caja de fósforos adentro, pero que no podemos encenderlos solos... necesitamos la ayuda del oxígeno y una vela. En este caso el oxígeno, por ejemplo, vendría del aliento de la persona que amamos; la vela podría ser cualquier tipo de comida, música, caricia, palabra o sonido que engendre la explosión que encenderá uno de los fósforos. Por un momento, nos deslumbra una emoción intensa. Una tibieza placentera crece dentro de nosotros, desvaneciéndose a medida que pasa el tiempo, hasta que llega una nueva explosión a revivirla. Cada persona tiene que descubrir qué disparará esas explosiones para poder vivir, puesto que la combustión que ocurre cuando uno de los fósforos se enciende es lo que nutre al alma. Ese fuego, en resumen, es su alimento. Si uno no averigua a tiempo qué cosa inicia esas explosiones, la caja de fósforos se humedece y ni uno solo de los fósforos se encenderá nunca."


168. "Eres mi vida, eres mi muerte" - María de la Pau Janer

"Cuando se estrena el amor, la seducción y el deseo enturbian la percepción de las cosas. Sentirse seducido hace perder el norte. Alguien se convierte, de repente, en el centro de la existencia. Todo lo demás pasa a ocupar un nivel inferior. Cae al fondo de un pozo que tiene la piedra oscurecida por los años. Al mirar dentro nos llega el atisbo de lo que nos conmovía, el reflejo de las historias vividas, de las personas que tuvieron un lugar. Lo único que importa es la figura que ilumina el presente con una intensidad que apaga las pequeñas luces. [...] La realidad exterior se modifica en función de la presencia de quien se quiere. El paisaje, por ejemplo, no nos causará una determinada impresión según una mirada objetiva. Veremos montañas, ríos, garrigas, mares, pero los juzgaremos desde un único punto de vista. Si el otro está cerca, serán muy bellos. Si está fuera, nos provocarán indiferencia o tristeza. Un paisaje de otoño, que en algunas circunstancias podría producirnos desánimo, nos hace sentir eufóricos cuando nos espera la persona que queremos encontrar. Un día soleado puede hacerse gris al saber que está ausente."

jueves, 13 de junio de 2013

167. El café también se enfría y los cigarros si no los enciendes se apagan.

No la querías. Solo querías no estar solo. O quizás, quizás era buena para tu orgullo. O incluso te hizo sentir mejor dentro de tu miserable vida. Pero no la querías. Porque no destruyes a las personas que quieres. Pero, como ibas a saber tu que esos muros podían destruirse ¿verdad? Si no lo habían hecho las veinte sonrisas anteriores, no ibas a ser tú el primero. La viste tan sonriente, tan suya que creíste que tú y tu gilipollez no podríais con ella. Que nada de lo que tú hicieras sería suficiente para arrancarle esa enorme sonrisa que traía cada día consigo. Pero te equivocaste, ya lo creo que te equivocaste.
Creíste que si se había levantado una, dos y tres veces por una más no pasaría nada, así que le fallaste, le fallaste sin pensar que quizás, quizás tú eras diferente a los demás. Porque ella nunca se enamora, ella no te dice te quiero, ni te echa de menos. Ella no te abraza como todas hacen, ella pone cara de enfadada y luego se ríe con tus cosquillas. Y sabes que la de mil vueltas a cualquiera con la que hayas soñado, pero alguien tan grande no puede ser para ti. Alguien tan imposible no podía quererte. Y te empezó a dar miedo ¿verdad? Sí, seguro que sí. Te daba miedo no querer arropar otros brazos, no ver más allá de sus vivos ojos azules, te daba miedo perderla por quererla demasiado. Porque ella no se ata, no espera nada de nadie ni se pasa las noches buscando tus mensajes. Y eso era nuevo para ti, y lo nuevo asusta. Y estabas acojonado, acojonado de cómo alguien en unos meses se había convertido en todo para ti. Como su risa te llenaba y como anteponías los cinco minutos que te daba para estar juntos a todo. Y luego te alejaste, cuando ya no pudiste más, te fuiste. Total, ella iba a seguir igual. Con sus ojos marrones en los que tantas veces te habías perdido, con su inconfundible felicidad, con su sonrisita a todas horas. Pero nunca la diste por perdida, porque tú también echabas de menos esas conversaciones a las 4 de la madrugada, tú también cambiabas el camino a casa para pasar por su calle, esperando poder verla a lo lejos. Porque aunque tu ego no te permitiera decirlo, tú estabas tan jodidamente enganchado a ella, como ella a ti. Ese fue tu error, creer que aparecerían muchas como ella. Marca ¿eh? De una forma bestial. Es incluso peor que ver a alguien alejarse porque sabías que ella iba a seguir ahí, no iba a moverse, aunque tampoco iba a buscarte. Y pasabas cada día, a la misma hora para asegurarte de que llevaba consigo esa sonrisa, sin la cual el mundo se cae a pedazos.
 Y por fin la viste, estaba cambiada ¿eh? No había rastro de esa sonrisa protagonista de tus mejores días. Las cosas se joden, se acaban, caducan, se arruinan. Y pensaste, lo solucionamos una vez, también lo haremos esta. Y sé que odias la forma en que deja que la gente se acerque a ella, tan inocente, tan ignorante, sin tener ni la menor idea de lo mucho que vale. Del efecto que causa sobre los demás. Como ella hay pocas dijiste, que equivocado estabas.

 Como ella no hay ninguna, y te diste cuenta tarde.



miércoles, 12 de junio de 2013

166. Lo que nadie sabía era que ella había muerto hace tiempo

Él la vio desde lo lejos andando por la calle tan llena de vida como cuando se empeñaba en alegrarle los días, se movía con ese aire seguro que la caracterizaba y que había perdido con su marcha. Sus pasos eran firmes y el brillo de sus ojos le hundió. No podía parar de mirarla. Estaba cambiada aunque todo en ella siguiera igual. Su melena se había aclarecido y le resaltaba los pómulos. Creyó morir en el momento en que se apartó el pelo de la cara, sin duda esos ojos no le dejarían nunca más llegar a ella. Podría hacerle creer que todo volvía a estar bien, que iban a volver a intentarlo. Pero él sabía que nada volvería a ser lo que fue, que si se acercaba ella se alejaría a los pocos días, que podría contestarle algunos mensajes pero ya nunca se quedaría hasta tarde esperando los suyos. Caminaba con esos gestos tan suyos y esa sonrisa torcida que alegraba a todos quienes la conocían, sin duda se había recuperado. Había logrado recomponerse y sacar a relucir esos pequeños hoyuelos que siempre la hicieron especial. Seguía andando por la calle y no podía apartar la vista de ella. Como la había echado de menos. Observó con añoranza como se enredaba las puntas mientras miraba a su alrededor. Podría haberse acercado a ella, podría haberle pedido perdón, podría haberle dicho que nadie había conseguido sustituirle, pero qué digo. Que nadie ni si quiera se le parecía. Podría haberse metido por esas calles y fingir encontrársela para regresar a esa sonrisa, podría sonreírle a lo lejos, o cruzar y confesarle que a diferencia de él, ella no era reemplazable. Aunque también podría no haberse alejado nunca, y ella le avisó: 'Si te vas como si nada no pretendas volver como mi todo'.


Aceptó que esa sonrisa protagonista de sus mejores días tenía nuevo dueño, aceptó que nada volvería a tener sentido después de ella, por fin, se dio cuenta de que sin quererlo, sin tener ni idea, aquella chica de risa traviesa y ojos marrones le había marcado. A él. A él que nunca se enamoraba. A él que almacenaba más teléfonos de rubias en su móvil que ningún otro, a él que nunca permitía que nadie se quedara demasiado tiempo en su vida. A él que no dejaba a nadie sentirse especial a su lado. Y aunque digan que lo que no te mata te hace más fuerte, os puedo asegurar que en ese preciso momento, cuando ella giro la cabeza y siguió sin verle, él murió. Murió por ser tan invisible para ella, murió por ver que ya no tenía la necesidad de cruzar corriendo por abrazarle, murió al ver que el final de su camino por el que él le había acompañado en silencio al otro lado, eran otros labios. Otros labios que no iban a ser los suyos. Murió. Se la cruzó un par de veces más aquella semana, y no sabéis lo que le jode haber sido tan imbécil. 



165. Excusas para no admitir que me volviste loca desde que te vi.

 ...No estaba enamorada de ti, estaba enamorada de la sensación de estar viva, de querer comerme el mundo y por una vez no sentir que me ahogaba en él. O quizás estaba enganchada a no tener que ser tan dura y fría, a no ponerme capas y capas para ocultarte lo que soy, me gustaba creer que me querías por eso, por lo que era. Aunque ahora veo que no tenía razón, porque me cambiaste por completo. Me hiciste recordar por qué siempre me escondía tras muros de orgullo y sensatez, por qué nunca dejaba que nadie entrará en mi vida sin saber el momento justo en que se iba a ir de ella. Quizás no era a ti a quién estaba enganchada, si no a las largas tardes fuera de casa entre tus brazos, y quizás incluso ahora no te esté echando de menos a ti si no al hecho de que las canciones no tengan sentido. Quizás echo de menos reírme de los estúpidos que se atrevían a proclamar a grito pelado que el amor verdadero no existía. ¿Cómo no iba a existir? Si te tenía a ti. Y ahora me grito a mí misma por lo ignorante que fui, tanto tiempo protegiéndome para que una sonrisa cualquiera me hiciera perder la cordura. Yo que siempre me quejaba de la sobreprotección de mis padres y ahora me odio a mí misma por no haberla tenido contigo. Quizás no me gustaba tu sonrisa torcida haciéndome cosquillas, quizás lo que me gustaba era la sensación de reír, de ver que alguien me estaba haciendo feliz día tras día. No estaba enamorada de ti, estaba enamorada de poder vivir sin preocupaciones, enamorada de que ninguna canción me pareciera suficientemente buena para describir la felicidad del momento, enamorada de vivir. Aunque quizás no me gustaba que me hicieran feliz, ni volar tan alto para ver las vistas de la caída. Quizás todo esto sean excusas para no aceptarme a mí misma, a la más difícil de convencer de que quizás, sí que estaba enamorada de ti.

martes, 11 de junio de 2013

164. Ahora cuando todo se desmorona

Hoy es una de esas noches en las que te necesito, no tengo muy claro si necesito un beso tranquilizador en la frente o un "Te quiero", pero de cualquier forma te necesito.

Siempre he tenido que ir a contracorriente, luchar contra todo para al final desmoronarme porque a alguien mi vida no le parece suficiente, ¿qué se supone que debo ser, hacer?, siento que estoy en una jaula encerrada, trato de gritar pero nadie me escucha y sólo critican, palabras que atraviesan cuerpos, que destruyen sentimientos.
Siento que ahora mismo mi vida está vacía, ¿Por qué me levanto?, ¿Habrá alguien que se rompa la cabeza por las noches pensando en mis problemas?, lo cierto es que si afronto mis problemas sola no es por ser dura ni mucho menos, afronto sola todo lo que me ocurre porque me he acostumbrado a estar sola cuando todo va mal, a llorar en la sombra y reírle a los demás.
Es triste ver como paulatinamente tus principios se desmoronan, como tus lágrimas superan a tus carcajadas, como una mano invisible te arrastra hacia el infierno de la soledad y tú no luchas, si no que te dejas llevar.
Lo más duro de todo, es saber que ya no estás, que me toca luchar sola, y que has perdido las ganas.

163. Como nueva

Cuando sientes que necesitas un cambio. Algo diferente. Un soplo de aire fresco. Y te das cuenta que por más que pasa el tiempo si no haces que suceda, no lo hace. Es así de simple, si quieres un cambio, tienes que empezar a cambiar desde dentro de ti. Por lo más mínimo que sea. Como por ejemplo, cambiar el cómo vestirte para ir a clase. Quitarte esos pantalones vaqueros, esa sudadera de toda la vida y ser una señorita, con una faldita o un vestidito. Eso es un buen cambio. Aunque si res como yo de machorra para vestir empieza a cambiarte a ti.
Por la fachada yo ya cambie, de morena a rubia pase a ser. Aunque eso mucho no hizo porque seguí siendo yo. El siguiente cambio que hice fue, el hecho de que no me siento bien con mi cuerpo. Asique mi meta es bajar lo máximo posible sin tampoco dejar de disfrutar de la vida. Me va bien la verdad algunos kilos he bajado, en serio mucho no me lo tomo pero algo es algo. Seguiré cambiando. Mi concentración en los estudios ha aumentado desde que me di cuenta de que sin las notas que necesito la universidad se me escapa de la mano. Proyectos en mente, acompañada y sola. Desde un viaje para solucionar cosas, pasando por una orla seguida de un viaje a nueva york, acabando en la universidad y con 18 hacia cabo verde con una personita muy especial. (Aunque creo que nunca lee esto, pero le quiero igual. Escrito queda).
Pero las palabras no son nada. Los hechos son los que cuentan.

Asique sigue tus metas, como YO conseguiré las mías.

lunes, 10 de junio de 2013

162. Ella se conoce, la sociedad se la imagina

Por una vez no quiero hablar de amor, ni de nada que tenga que ver con ello. Sino de la vida en general, de cómo vivirla y disfrutarla. De ser uno mismo sin que la sociedad juzgue. Sin que tengas a alguien siempre encima juzgando cada uno de los pasos que das. Hurgando en la herida del pasado, y acentuando cada error que cometes, solo para sentirse mejor consigo misma. Y lo que no sabe es que es una persona infeliz y envidiosa que no sabe disfrutar de lo que tiene. Aprovecha algo cuando lo tienes, porque puede venir cualquier persona y arrebatártelo sin más. Sin darte cuenta. Y tú, tú no lo has aprovechado como deberías. Te arrepientes. LA peor cosa del mundo y el peor remordimiento del universo es el arrepentimiento. Duele. Como una puñalada trapera de alguien a quien querías, porque apreciar no es la palabra correcta, sino no dolería. Créeme. Nunca te arrepientas, los errores se cometen. Y de ellos se aprenden.
Se fiel a ti mismo, solo tú te conoces. Nadie sabe cómo realmente eres, ya que, aunque no te des cuenta, depende de con quien estés tomas una actitud diferente. Por ejemplo, si estas con gente inteligente intentaras ser lo más inteligente posible para sentirte adaptado. U otro ejemplo es directamente tu forma de ser en general, tu forma de caminar, de hablar o incluso de vestir. Las personas nunca queremos destacar. Ese es nuestro error.
Y es lo que voy a cambiar, intentare sacar un pedacito escondido de cada persona. Aunque solo me encuentre que unas cuantas contadas con los dedos de las manos sean las que en muestren ese secreto.

Hoy es el día del cambio, hoy es mi día, es el día del cambio, hoy es mi día.