Sin motivo alguno, sin un
porqué exacto, tendemos a cubrirnos con las sombras del pasado. Tenemos la
manía de creernos todo aquello que nos cuentan. Todo influye. Es como andar por
tierra plana en un planeta redondo. Nos gusta rondar por las ilusiones que nosotros
mismos nos hacemos. Ilusiones que perduran en el tiempo. Llegamos a un punto en
que la confianza es tan grande, y la seguridad en nosotros mismos es tan
irreal, que no nos importa esperar días, minutos, meses, si estamos
completamente convencidos de que va a ocurrir. ¿El qué? Pues nadie lo sabe.
Pero tenemos la mentalidad, podría decirse, con personalidad propia. Y así,
poco a poco, la incredulidad se disuelve. Y la historia interminable llega a su
fin. Y cuando juzgas cada movimiento, cada pensamiento, entiendes que Lo que me
llevará al final serán mis pasos, no el camino.
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