Siempre seremos de aquellos impacientes que no soportan
las esperas, de los que buscan reencuentros y desean que el mundo se pare con
tal de no darle paso a las despedidas. Siempre cogeré el primer tren para
regresar en el último, me llevaré tus besos en mi maleta junto a una foto de la
sonrisa más bonita que jamás vi y guardaré mi billete en aquella caja roja
donde se esconden los comienzos para recordarlos, cuando apenas tenga
recuerdos. Sé que de tanto soñar
acabaremos por dejar de contar las veces que habremos perdido, pero de algo
tendremos que vivir mientras la vida llega. Tenemos más sueños que años vividos
y el doble de tiempo por vivir, pero contar noches y tachar números en el
calendario no hará que la vida se dé prisa.
No sé si la vida empezó hace dieciséis años o si aún está
por venir a buscarme con eso a lo que llaman destino. Sea lo que sea, la cuenta
atrás comenzó antes de que abriésemos los ojos y hoy ya queda un día menos.
Hoy queda un día menos para que cientos de corazones
encuentren el amor. Un día menos para
que otra vida se plante en este lugar tan incierto. Un día menos para hablar de
un "Sí, para siempre". Un día menos para no parar de reír mientras alguien se sigue
enamorando locamente de esa sonrisa. Un día menos para empezar a compartir
sofá, cama y vida. Un día menos para que suceda algo especial. Un día menos
para amar sus manías. Un día menos para que alguien hable con su corazón, se
mire al espejo y suelte la mano de quién le quita minutos de vida. Un día menos
para recomponer corazones destruidos. Un día menos para hablar de reencuentros.
Un día menos para que tomemos café, cigarrillos y decisiones de por vida.
Aun así, mañana no
deja de ser un día menos para vivir y mientras llenamos los minutos de odio, desilusiones,
miedos, peleas, despedidas y desamores. Hay un mundo que se muere por hablar de amor, abrazos y bienvenidas.
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