Cada viernes me niego a
pensar en un domingo que se ocupe de formar barreras y siempre llegan esos
domingos de " Quédate aquí, ahora "
como los besos de "hasta pronto" con sabor agridulce. Nunca me
parecerán suficientes cuarenta y ocho horas para compartir y siempre querré
cinco minutitos más para mí, para ti, para despertarnos y sobre todo; para
nunca saciarme.
Echar de menos, forma parte
de nuestros "buenos días mundo" pero una foto con tu sonrisa contrarresta
cualquier clavo que se me ponga bajo los zapatos maldiciendo mi día. Que si
todo fuese bonito, fácil y barato sería aburrido, monótono y absurdo. Me quedo
con aquello de levantarse sin ningún propósito
y acostarse habiendo descubierto algo diferente.
Aún no he soplado velas ni
he pedido deseos antes de pisar este nuevo año. Me perdí las doce uvas de la
suerte y por suerte sigo de pies gritándole al mundo mis infinitas ganas de
quererte un poquito más de lo que pienso que
puedo.
No pido deseos desde que pedí
suerte y apareciste tú. Pero sí he soñado con decenas de finales felices y he
borrado todos los demás. Nos proponemos tantas cosas, y cada enero pedimos el
doble, al descubrir cada diciembre que no logramos, la mitad del enero
anterior. Adelgazar, dejar de fumar y encontrarlo/a está entre los deseos más
solicitados. Mientras otras miles de personas piden cosas más simples como poder
seguir luchando con y por su propia vida con tal de no quitársela a los demás,
a los que les rodean. Ahora que bailo con el miedo, sueño con que pueda vivir
mi final feliz o simplemente mi final, pero hasta el final y de la mano
contigo, nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario