Ayer me volví a perder en
ti, ya sé que prometí no volver a hacerlo, pero, ¿quién puede rechazar esa
sobredosis de locura y amor? Una sobredosis de la mejor droga. Pero como toda droga,
tiene efectos, efectos de felicidad inmensa en ese instante, efectos de echarte
de menos en cuanto te vas.
Y yo ya me siento bastante
afectada por todo, sé que siempre me avisas , pero nunca leo el prospecto y que
la dosis recomendada es justamente la décima parte de lo que nos dimos ayer, que
es peligroso en cantidades desorbitadas pero , en verdad , no me importa.
No me importa porque muchas
veces he pensado en mi muerte, y créeme, morir de amor es mi mejor forma de
morir. El caso es que esos que escriben esas instrucciones, no saben nada de ti,
de mí, de nosotros, porque no saben lo imposible que es despegarse de esos vaqueros
que llevas junto a tu sudadera, no sabes lo complicado que es dejar de
acariciarte o soltarte la mano cuando se ha enredado en la mía, lo difícil que
me parece salir de tu boca, o dejar de escuchar latir tu gran corazón cuando es
allí justamente donde encuentro mi hogar.
Por eso, mi amor, yo prefiero
seguir saltándome las normas, seguir con esas sobredosis incurables de amor, y
ya lo sé que ahí pone que puede provocar la muerte, pero, ¿qué saben ellos? Si
a mí me haces vivir.
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