Hay una cosa que sigo sin
entender de ti. Lo fuiste todo para mí (si, en su momento), después algunas
cosas se torcieron (por el miedo), hace unos días (quizás meses) éramos
inseparables, y ahora vienes con todos estos sentimientos escondidos que mi
cabeza no asimila. Yo fui la que estuve ocho meses, ocho, pasándolo mal. Sintiéndome
utilizada y manipulada. Porque eso es lo que me hacías sentir, aunque esa no
fuera tu intención. Me duele. Duele como si tuviera un látigo que me azota cada
vez que aflora un mínimo sentimiento tuyo hacia mí. Porque siempre tendrás ese
miedo a enamorarte de mí. Me sacaron del apuro, por unos 6 meses. Desde que
tuviste la oportunidad volviste como una ráfaga de viento, para quedarte como
una nube de esas negras que salen en las películas de los dibujos animados, que
nunca se van. Siempre, o casi siempre, has estado ahí. Lo has estado cuando
lloraba y cuando reía. Cuando nos veíamos y la tensión se sentía. Y gracias te
lo agradezco de corazón. Empieza a ser tú, y a sentir. A no tener miedo y
afrontar las cosas como vienen por favor. Demuéstrate a ti mismo que vales más
de lo que crees, y que siempre has tenido a alguien al lado. Que te ha sabido
valorar y apreciar. Hasta tus más grandes defectos ha defendido. Porque la
verdad es que siempre te he querido.
Esto era para pedirte perdón,
por decepcionarte. Pero he de empezar a velar por mi salud antes que por la
tuya, o por la de cualquier otro.
Recuerda, lo nuestro siempre
será un trabajo sin resolver.
No podrás librarte de mí tan
fácilmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario