No sé cuántas veces te he
escrito, he perdido la cuenta. Prometí no volver a hacerlo, y aquí me tienes,
perdiendo la cabeza una vez más. Voy sin rumbo, porque ningún destino me parece
lo suficientemente bueno si tú no estás él. No solo he perdido la cuenta de todas las cartas que te escribo y que sé
que nunca leerás, también de las veces que intentamos luchar sin éxito, de las
guerras que siempre acaban con derrotas,
de aquellos intentos que no sirvieron para nada, solo para herirnos un
poco más. Pero a pesar de perderme un poco, me quedan nuestros recuerdos, y
algunos tan buenos, que duelen. El
problema es que siempre tendemos a recordar los malos momentos, y esos no te imaginas cuanto escuecen.
Recuerdo cuando creíamos que
éramos invencibles, cuando con cada pequeño problema, nos volvíamos enormes,
cuando después de cada enfado venían las mejores reconciliaciones. Y ahora se,
que eso era vida. Después seguimos
luchando, quizás con menos fuerza, pero si con ganas. Pero llego un punto, en
el que la situación se te venía grande. ¿Por qué no pudimos más? ¿Por qué no
nos dimos cuenta de todo lo que iba a pasar? Nunca lo sabré, pero siempre he pensado que nunca me merecí tener
a alguien como tú en mi vida. Después
recuerdo cuando tus ojos dejaron de brillar al verme, cuando se alejaban poco a
poco y esta vez sin retorno, también
recuerdo cuando mi sonrisa empezó a cansarse,
y aún más cuando se esfumo del todo. Ahí fue cuando nos empecé a echar
de menos. Luego llegaron las ojeras,
pero esta vez, por distintos motivos, más tarde las lágrimas en la almohada,
noche tras noche, mañana tras mañana. Era una tortura el saber que te estaba
perdiendo, saber que estábamos ante el
principio del fin. Y así poco a poco dejamos de ser nosotros y la magia se perdió por algún lugar al que
no supimos ir. Y ahora, sin magia solo nos quedan las heridas de las guerras
que perdimos, las cicatrices de un pasado que no volverá, las lágrimas que a veces salen sin darme
cuenta al pensar en lo que fuimos, los recuerdos de aquellos momentos que nos
dieron la vida. Y un montón de razones para darnos cuenta de que al final,
perdimos.
Tú y yo sabemos cómo esto
termina, yo no sé cómo o cuando pero tampoco me importa, tampoco me importa
donde vivas o con quien estés, ere mi novio. Estamos destinados. Yo se eso, y
tú sabes eso.
Solo te quería decir que
adiós, por ahora. Y gracias por esos increíbles meses.
Son 443 palabras que más o
menos expresan todo lo que no me he atrevido a decirte. No sé porque… quizás
miedo a que te burles o simplemente a tu reacción, pero quería que lo supieras.
Siempre voy a estar aquí,
para ser tu amiga, para hacerte reír cuando estés mal. O para cuando te
acuerdes de mí y necesites hablar. Siempre…
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