sábado, 30 de marzo de 2013

135. Soy una pena, por estar lejos.


Es una pena, sentir tan cerca a alguien que tienes tan lejos, sentir que conectas con una persona y te gustaría abrazarla y escuchar el sonido de su risa.
Estoy en mi habitación, tumbada sobre la cama a punto de irme a trabajar e involuntariamente sonrío, me pongo un auricular en cada oído y enciendo el iPod. “Amor libe” de Nach, comienza a sonar, respiro hondo, dejo de pensar y empiezo a sentir. Dejo que la música hable por mí.
¿Cómo es posible que dos personas separadas por tantos kilómetros de distancia se entiendan tan bien? ¿Cómo es posible que ese entendimiento se convierta en seguidas discusiones y sufrimiento?
Podría pasarme horas escribiéndote y que una libreta no me sea suficiente, podría pasarme horas contemplando ese corazón con un “cásate conmigo, vida”, escrito con permanente y pegado en la pared o ese papel de “te amo, Laura” que una vez me hiciste cuando nos veíamos tras una pantalla que ahora no soy capaz de abrir.
El futuro no existe, estoy cansada de pensar siempre en el futuro, de oír los “ya se vea” que salen de tu boca a cada instante cada vez que te cuestiono algo. De pensar en lo que está bien y lo que estar mal, de pedir perdón por arrebatos justificados, y a personas que no se lo merecen. El presente es el momento.
Quiero que me digas lo que piensas, lo que sientes, Sé que no eres así, de ese tipo de persona, pero necesito saber que pasa, que paso, como te sientes, que se te pasa por la cabeza cuando nos pasamos más de par de días sin hablar, si te agobio… si la quieres. Necesito respuestas, necesito saber qué hace para no seguir cargándola. Si esta es tu forma de olvidarme, de perderme y darte por vencido, porque lo estás consiguiendo, felicidades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario