Jodida distancia,
Me debes una. O dos. O quizás demasiadas. Aún
espero una explicación, alguna señal que me aclare por qué. ¿Qué te hice yo a
ti? Prometí cuidarle, ser su apoyo, su amiga. Juré que le haría reír cada día,
que le escucharía y que nunca iba a juzgarle por nada. Y todo estaba bien.
Éramos el equilibrio ideal, dos mitades que se entendían a la perfección.
Soñábamos con futuros lejanos y presentes rebeldes: escapar, colarnos en algún
concierto, pedir perdón; juntos. No nos hizo falta mucho para conocernos; unos
meses, un par de salidas y bromas cariñosas.
Yo no tenía malas intenciones. Ni siquiera uno
de aquellos días se me pasó por la cabeza hacerle daño, defraudarle. Me volcaba
al cien por cien para que sonriera, para verle feliz. Para mí era la persona
más importante del mundo, el único que no me iba a fallar. Y no lo hizo. Es
indescriptible la sensación de sentir que lo tienes todo, gracias a una
persona. Y de repente, llegaste tú.
Tú, con tus kilómetros y tus horas. Tú, que no
soportas la idea de que el tiempo se detenga. Pensé que serías bueno; que te
mantendrías cerca, dejando que estuviésemos unidos el rato que quisiéramos,
pero no. Al parecer me equivocaba.
Eres cruel a veces. Conmigo lo has sido. Pero
tranquilo, en cierto modo, lo puedo entender: cualquiera quisiera tenerle a él,
tan alegre y risueño. A sus labios y sus ojos. Todos querrían llevárselo para
ellos solos, protegerlo. Y lo sé porque esa era mi intención; pero tus celos
pudieron y decidiste alejarlo de mí. Sin avisar, sin preguntar.
Que aún puedo verlo por el ordenador, lo sé.
Pero echo tantísimo de menos sus caricias... No es igual. Nada es igual.
Es por eso que te escribo, recordándote el daño
que me has hecho llevándotelo tú. Pero te pido, que le quieras y le trates
bien. No hay otra igual. Hazlo por mí. Hazlo por él. Por favor.
-ELLA.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario