El tiempo funciona sin pilas. Pasa sin sentido. Los
trenes no esperan, se desesperan y se largan. Las capuchas de los bolígrafos se
pierden. Las palabras son inversamente proporcionales a todo lo que queremos
decir. La batería de los móviles siempre falla al igual que la cobertura
alrededor del mundo. Las miradas ya no son sin compromisos, cada una de ellas
ahora tiene algo que decir. Las drogas un medio de vida necesario. LA música
pierde interés por sus letras, cantantes sin reconocer aparecen cada día. Los
ordenadores tienen un chip para no querer volver a encenderse cada determinado
tiempo, así crean una sociedad consumista. Los zapatos se desgastan, y si no lo
hacen pasan de moda. El amor se denuncia por malos tratos día, tras día. La
violencia se practica a plena luz del día, en multitudes impresionantes. Los
sueños llegan tarde, con retraso, en momentos inesperados. El pasado no para de
volver, hace rebobinar tu vida. Los martes y trece conspiran contra ti. Los
besos se agotan. LA esperanza desespera. Las leyes se imponen sin venir a
cuento. El tabaco mata, después de tanto tiempo. Los lunes son odiosos, y los
viernes pura fiesta. Las relaciones se destiñen. Los compromisos se
desentienden. Los divorcios comienzan a cobrar vida. Las luces se funden, y comienzan
a usarse las de bajo consumo. Tu maleta pesa más de la cuenta, llena de
recuerdos. Las guaguas marean, tanto como un barco lo hace. Los sentimientos se
confunden. Los semáforos se sonrojan siempre que los miras. Los bordillos están
donde menos te los esperas, solo para hacerte retroceder o caer. Las prisas te
retrasan. Los momentos son instantes, pequeños instantes. Los perros ladran
porque sí. Y los gatos son muy perros. Los tíos malos son muy malos, y los
buenos no son tan buenos. Pero la vida es así, así de puta.
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