Estas cuatro paredes hablan de un día demasiado soleado
para quién no tiene planes, de un corazón que busca oír algo que la haga bailar
y de cientos de canciones que ya han sonado. Pero estas cuatro paredes pasan
horas entre la luna y otra ciudad, pensando en mañana e imaginando de que
hablarán los años, porque entre estas cuatro paredes hay algo que habla de que
será de ellos cuando haya un cómo y un dónde. Mientras tanto, una sigue
pensando en las sorpresas, en aquella mirada que le pide que pase esta vida a
su lado y en las veces que se le entrecorta la voz cuando las noches se ponen
feas. Una sobrevive a base de sueños, que lejos de aproximarse se alejan. Una
no pierde las ganas de dar tumbos por alguna ciudad del mundo y muere por otra
noche de las de "bienvenida a casa" y mañanas de las de "buenos
días princesa".
Por si fuese poco, esta mente no cesará, nos perseguirán las
opciones y su manía de torturarnos lentamente hasta que nos decantemos por una
de las miles de cartas que nos deja entre manos
y cuando escojas la tuya, el corazón volverá a hablar por ti, porque
siempre nos habla, incordia, se confunde y echa de menos. Porque el corazón
tampoco cesa.
Hay mil cosas que siempre echarás de menos, porque este
juego es una calle sin atajos ni desvíos. Es una recta sin cruces ni paradas
donde quedarte a pensar en volver atrás. En nuestras manos están tantos años
con los que no sabemos ni que hacer y son tan grandes nuestras ganas de
compartir, que casi se nos olvida todo lo demás. Estadísticamente, son tantos
los precipicios con los que nos podemos encontrar y son tan pocas las razones
que nos quieren detener... casi nos hemos decidido a darnos por vencidos y
dejarnos llevar. Son tantos los bailes y locuras que nos dejaremos en el
tintero que casi da miedo pensarlo. Son tantos los atardeceres que no tenemos
en común que nos precipitaremos en medio de uno en cuanto algún abril nos lo
conceda. Son tan grandes nuestras ganas de encontrarnos en la misma ciudad para
tomar un café, mirarnos o hablar de un viernes que parece que el mundo se acaba
cuando lo conseguimos.
Seguramente el mundo no nos entienda, ni yo entienda el porqué
de tantas cosas, pero nadie ha dicho que tengamos que entendernos para
aceptarnos. Mundo, tú y yo solo compartimos espacio.
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