No puedo dejar de soñar
y aún con mi lista de "cosas que hacer antes de morir" a medio
acabar percibo cierto abuse de tu nombre en ella. Y sí, tomo esa hoja como
referencia de lo que es mi vida a día de hoy.
No hablo de millones ni de imposibles, la cosa tan solo
va de sueños pequeños que sean lo suficientemente grandes como para llenarme la
vida e inflármela de gramitos de felicidad y de lugares donde respirar un
poquito de aire puro, paz y su voz.
Me importaba bastante poco que hace no tantas horas el
frío golpease mis costillas.
El frío no es nada fuerte como pretende ser, ni tan
siquiera me intimida cuando tengo tus brazos sobre mi cintura. Llámalo
seguridad o el amor y sus tonterías varias, pero me pido esa sensación para mis
próximos cincuenta inviernos. Al frío con besos, en mi idioma se le llama
cosquillas. Sin ti tan solo es frío, a secas y lleno de connotaciones negativas
que sugieren un "te necesito".
Sin duda, todo es más bonito cuando hablamos en plural y
las mañanas pesan kilos sin ti. Mis mañanas dependen de un "mon
amour" y mi vida de un "Nada, Nunca y Siempre". Seguiré
brindando en plural, por los comienzos, esos que son como yo, torpes y repletos
de planes. Brindaré por lo que no fue para que fueses.
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