Juzgaste, sin tener idea de juicios. Pensaste, sin tener
siquiera uso de razón. Hablaste, sin conocer la influencia de tus palabras.
Lloraste, sin saber que tus lágrimas eran de cocodrilo. Hoy por hoy, eres un
infame y no tienes corazón. ¿Sientes algún dolor acaso? No, no contestes. Tu
fría indiferencia y tu tosca ironía te delatan. Muy pronto, todas tus fechorías
te oprimirán el pecho. Poco a poco, tu respiración irá frenándose y te volverás
vulnerable. Pronto, te darás cuenta de que no hay marcha atrás, que todo lo
malo que hiciste ahora te pesa y deberás cargar con ello en tu espalda. Pero
más pronto aún, te darás cuenta de que estás solo en esto, de que todas las
personas que te querían, y a las que hiciste daño, ya no están contigo. No.
Ahora están viviendo sus vidas, alejadas de ti y tu boca de cloaca. Te paras y
piensas un momento antes de morir por dentro. Si hubieses sido fiel, si
hubieses sido sincero, si hubieses estado a la altura de la gente que siempre
te apoyó, si hubieses... ya no hay tiempo para más. Tu corazón acaba de morir
por falta de cariño. Tu alma se ha escapado porque no le hacías caso. Tu vida
ha terminado porque no tenía sentido seguir con ello. Y tú, yaces sobrio sobre
el suelo, con la mirada pérdida, inerte, inmóvil, sin vida, pero no muerto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario