Y ahí estábamos tú y yo, trazando un plan para querernos
toda la vida, apostando por un futuro, un futuro en el que solo estuviéramos
nosotros. Ideando como sería despertarnos abrazados cada mañana, por unos
desayunos interrumpidos por besos, por muchos
besos, por esas tardes lluviosas que se solucionarían con una película y al
sofá, por esas noches en las que nos comeríamos. Antes de irnos a dormir
planificaríamos mil historias para el día siguiente que jamás llegaríamos a
cumplir. Tú me prometías un para siempre, yo te llevaría al cielo. Tú
disfrutarías de mi locura, yo me enamoraría de tus vicios. Seríamos unos
enamorados más, pero unos enamorados con suerte.
Después de tantos planes me abrazaste y te juro que por un momento sentí que éramos eternos.
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