Será porque el humo de un cigarrillo llenando su boca a
toda prisa e inundando su interior para salir volando por donde entró y
desvanecerse en el aire le recuerda a demasiado él. Sera por eso por lo que soy
adicta a él, tanto como al cigarrillo que tengo ahora en la mano. El cual me
fumo fuera, mientras llueve, en una calle inundada de adolescentes buscando un
sitio donde refugiarse. Donde solo me encuentro con parejas como la que somos
cuando estamos juntos, como la que éramos hace no tanto tiempo. Me adicté a
estos cigarrillos porque fue con él con el que me fume lo que quedaba de
aquella cajetilla aquel día. Aquel día en el que la ilusa de mi creía que sería
especial, pero que no lo fue. En cambio fue uno de los peores días que he
tenido con él, aunque no parara de reír y de sonreir en el momento de estar con
él, luego al llegar a casa no se me ocurría que hacer. Cuando me dijeron que
aquella chica con la que me vino a ver era su novia desvanecí. Me moría de
vergüenza, de rabia, de todo lo que alguien pueda imaginar. Pero sabes qué? No
perdí la esperanza. Y hubo más días, y más… hasta que llegó el momento. Un
descampado. Una noche perfecta, con una tarde perfecta. Entonces me pregunta si
quiero fumar, y estaba claro que iba a decir que sí. Pasar tiempo con él era lo
único que quería. Mientras amigos hacían cosas que me cuerdo, pero ni me
importaba. La gente pasaba, y disimulábamos. De un momento a otro, me agarra
por detrás. Y al girarme allí está su boca a 0.00000000000000000000001
milímetro de la mía. Ocurrió. Ese era el día: el día del resto de nuestras
vidas. Esa es la razón por la que ahora, el cigarrillo diario es una necesidad.
Mas estando a cientos de miles de kilómetros de su lado. Solo necesito uno para
recordar lo perfectos que estábamos entonces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario