Y te vas. Y las farolas
lloran gotas de la última lluvia porque el sol también te echa de menos. Digo
también porque me incluyo en tan melancólico propósito.
Aquí, y ahora. Las últimas
campanadas que despiden a las doce retumban en este vacío.
Se acabó el baile
Cenicienta.
El frío viento de la
ausencia de tu aliento me despeina el pelo y hace ascender tu olor al más
oscuro rincón de mi mente.
Casi puedo tocarte.

Pero en mi estupidez, en mis
pensamientos, en mi pequeñez crónica apareces por detrás y por sorpresa, me
abrazas sonríes y casi puedo rozar el cielo cuando me susurras palabras al
oído. Palabras que suenan demasiado bien: "Te...
Y para de llover. Y abro los
ojos. Nunca ha estado lloviendo. Recojo la última lágrima que recorre mi
mejilla izquierda. La observo por un segundo y más tarde la olvido.
Abro la puerta.
Es hora de salir de aquí.
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