jueves, 4 de abril de 2013

140. Erase una vez


Hoy he vuelto a despertar con esa sensación de soledad. Me doy la vuelta en mi cama, aún con los ojos medio cerrados, estiro el brazo en busca de tu presencia, tus caricias… vacío… solo encuentro a las sábanas las cuales son las que me acaricias desde hace unos meses. Desapareciste. Los dos desaparecimos.
Me levanto con la misma dificultad cada mañana, desde que no te tengo. Un paso, otro paso y otro más, parece que voy labrando mi camino pero es más difícil y más oscuro si no estás conmigo, a mí lado, agarrando fuerte mi mano, como antes solía ser.
Hablábamos cada noche, recordándonos lo mucho que nos echamos de menos, lo que nos necesitamos el uno al otro, pero, los finales... no tienen marcha atrás y el destino juega al azar en tu vida, arruinándola de forma aleatoria y por siempre.

 Lloro, porque no te queda otro remedio y sientes como esas lágrimas ya no significan nada, igual que tú para el mundo, y el mundo para ti.
Ambos sabemos cuál fue el motivo, tan crucial y decisivo, que acabó con esta magia que aun así sigue viva en nuestros corazones.

Una causa que tuvo importantes consecuencias y que marcó el final de una etapa, de una historia y de cuento. Un cuento que no trata de ilusiones y alegría, un cuento que no despierta sensaciones... Un cuento en el que el príncipe prefiere ser rana, un cuento en el que la princesa ha muerto, un cuento sí, pero sin final feliz.

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