miércoles, 9 de octubre de 2013

205. Infancia

Ahora entiendo porqué Peter Pan no quería crecer...


Este no es el mundo que imaginábamos de pequeños, en el que íbamos encima de panteras por las calles, volábamos desde cualquier escalón y nos creíamos que éramos as mejores estrellas del rock. Nos parecía sencillo ser madres, profesores o médicos. La mayor preocupación en ese lugar era que no se moviera entre la oscuridad ese abrigo apoyado en la silla que parecía ser alguien vigilándote pero para evita esto todas las estrellas se encontraban en nuestras habitaciones, pegadas al techo, iluminando esas sombras. En ese planeta no había contaminación en el aire, solo pompas de jabón, las cuerdas no apretaban los cuellos sino bailaban con los pies. Éramos expertos cazadores de tesoros, por las noches, bastaba con las palabras que salían de la boca de tus padres en forma de cuento para poder convertirte en cualquier cosa, la que quisieras. Ay los niños… queriendo crecer sin darse cuenta que es la cosa que los adultos más anhelan en esta vida.

lunes, 7 de octubre de 2013

204. El que siempre desaparece,pero luego vuelve

Tú, que tenías unos ojos lunares para quedarse allí a vivir y que pasara el tiempo. Yo, que contigo siempre quise frenar en seco el calendario. Nosotros, que nos envidiaba hasta el mismísimo Ismael Serrano en noches de sofá y manta (o sofá y sexo como quieras llamarlo). Antes, que mi gravedad se sostenía mientras e escondías entre algún delta de nuestros ríos. Ahora, que no es la gravedad lo que me sostiene y a pesar de que la habitación tenga pulmones noto tu asfixia en mis rincones. Lo que te intento decir, lo que intento que entiendas es esa maldita memoria relacional que hace que estés aquí son estarlo, en cada café de mis mañanas, en retales, en mis libros a medias… Todo, da igual lo absurdo que sea, todo está relacionado contigo y con tu estúpida manía de desaparecer. Y la verdad, es paradójico que fueras tu quien soplara para que no me picaran las heridas que tú mismo un día me hiciste.

jueves, 3 de octubre de 2013

203. Un no, como respuesta

A poca distancia de tu piel, mi piel. Sigamos oyendo los pájaros, suspirando, sintiendo, respirando la brisa fresca que entra sin permiso, al mismo tiempo tu mano recorriendo mis piernas suavemente, las caderas y mi espalda. Ignoremos juntos la existencia en el momento, huyamos, corramos, gritemos pero no antes sin permitir a tu oído ser escucha de mis suspiros. Apriétame un poco más, juguemos a conocernos otra vez,
¿Escuchas mis palabras? se volvieron poco claras... nuestras miradas también se encuentran, es hora de desaparecer.
Y allí estaba sin más, desnudó cada centímetro de sueño y esperanza en aquel momento. Las miradas no se encontraron rápidamente, era difícil obligar a que algo suceda...
Era muy intimidante la sensación que recorría el cuerpo cuando se entregaba lo último -esa vez, de su boca no salió un suspiro-  Siempre se había visto capaz de seguir adelante, pero por muchas razones y sin ninguna, aquella noche todo fue diferente.

 A veces... duele demasiado imaginar un no como respuesta.

202. Felicidad pura

Así fue. Dos estrellas, que luego de un largo recorrido, se unen en el cielo, para contemplar el universo, para brillar hasta provocar sonrisas, tan infinitas como la imaginación y los pestañeos de una muchacha que contenta va a la plaza a mirar como regresan los pajaritos.
Tan perfecto y sencillo como una caminata llena de palabras y pensamientos ocultos.
Inmenso como una montaña de chocolates que se pierde entre las nubes... y no tiene final.
Inexplicable, como los sentimientos que escribo, pero entendibles para aquellos que aprecian la vida, el aire y la brisa fresca en la mañana, al igual que yo.

Felicidad pura.